domingo, 17 de noviembre de 2013

CELIA.


           Me alegro de la concesión del Premio Nacional de las Letras a Luis Goytisolo, un escritor al que sigo desde hace muchos años. Casi acariciándolo, tomo del anaquel Recuento, crónica perfecta.

      " La charla tenía ese tono desenfadado que adoptan las personas reprimidas al hablar del sexo, como si se tratara de algo intrascendente  y divertido, irreal, superado, algo que no podía tomarse uno más que a broma; como si en sus sudorosas vigilias la presencia del sexo no fuera para ellos una especie de pulpo abrasante del que no hay escapatoria. ¿Se había dado cuenta Celia de que Raúl no le había quitado el ojo de encima un sólo instante ? Su risa, esa mirada irónica, sus movimientos, no tanto provocativos como lascivos.
     Un caso insólito, sin duda, respecto a las chicas de la época. Pues así como cierta ansiedad en los ojos delataba la ninfómana incluso antes de descubrir en el lecho sus carnes prolapsadas, sus vulvas majadas, sus labios distendidos, doblegados, así, de modo semejante, hasta el inconfundible aspecto exterior, la niña bien de entonces, a diferencia de ahora, era ostensiblemente distinta a cualquier otra joven de su edad pero diverso nivel o condición.
     La niña bien de entonces, su recato, su estreñimiento crónico de raíz esencialmente moral, producto natural de aquella burguesía barcelonesa de la posguerra, instalada en su propia ciudad cono en plan de veraneo, a modo de prolongación , o mejor, perduración, del truncado verano del 36. Aquella juventud de la posguerra, los pijos de los  años cuarenta, mantenidos, gracias a las propicias circunstancias históricas, en un absoluto aislamiento del mundo circundante, el pasado próximo y remoto y el futuro posible, y lo que es peor: el presente del mundo adulto "

         Luis Goytisolo.

         ( Foto de autor desconocido )

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