Necesitaba un té y necesitaba volver con Nina Berberova. He buscado en mi biblioteca su libro " La acompañante" y lo he encontrado con unas cuartillas dentro, cuartillas escritas en un viaje en tren el día 25 de octubre de 1992. Leer lo que uno era y pudo ser , es algo que tiene el dejo melancólico de los amores furtivos...
Nina Berberova es uno de mis amores, un amor temprano, nocturno y de veranos con jazmines y alamedas. Un amor soñado y recorrido poco a poco.
Sospecho que su amigo Nabokov, la envidiaba y deseaba; sospecho que ella lo sabía y jamás habló de sus encuentros y cenas. Fue profesora en Yale y era especial.
"El violinista pseudo rumano y la cantante pseudo zíngara vociferaban por encima de su cabeza. Una tela de araña húmeda y humeante descendía del techo. Las parejas se balanceaban candenciosamente en la pista, y ella, poniendo sobre la mesa su mano blanca que sostenía una larga boquilla, irguiendo su dilatado pecho modelado por el corpiño, con su cara de pétalo brillando en la oscuridad, permanecía sentada mirando sin ver. En su actitud expectante, en el hambre oculta que en los últimos tiempos provocaba casi un dolor en el vacío de su cuerpo adormecido, había algo que evocaba la languidez de una jovencita soñando a la luz de la luna en la ventana del hogar paterno, rodeada por el perfume de las jeringuillas. Su sed indefinible era también fuerte, y de la misma manera, el futuro se anunciaba brumoso, aterrador. Más tarde , cuando la aventura denigrante mantenida con el violinista pseudo rumano formó ya parte del pasado, se acordaba de él no como de un hombre, sino como de un animal..."
Nina Berberova(1901-1993)