Un día como hoy, hace ya bastantes años, nací en Ronda. Era jueves santo y abrí los ojos en la casa en la que nacieron mi padre y mi abuela. Mi cuna daba a la calle de la Parra, casi frente a la casa en la que nació Rios Rosas. Imagino que los sonidos de esa calle siempre me acompañan.
"... Ronda, por último. Tal vez la fantástica ciudad del diario español ojeado en Rusia doce años antes; sin duda, la ciudad que el príncipe Pascha había visto en sueños. Así lo escribe Marie von Thurn Und taxis, a la que dice que ya ha enviado a su hijo fotografías de Ronda, pues tiene la certeza de que esa ciudad, alzada sobre dos pitones rocosos, separados por un precipicio en cuyo fondo corre un río, se parece a un sueño. En la misma carta describe Rilke el valle con encinas y olivos, y la montaña arriba. A decir verdad, Ronda lo aproxima al lugar sagrado, al lugar de la meditación, más que ninguna otra tierra : " Ciudad incomparable-escribe, que a la vez sube y desciende". He ahí el lugar mediador, cuyo espíritu ya nunca abandonará al poeta; lugar que es escala por la que se puede subir a lo alto o descender de lo alto. Por eso, al cabo, en carta a Lou Andreas-Salomé, define a Ronda con estas solas palabras precisas : "Ciudad vertical". En Ronda, Rilke reposa. Por momentos, parece que la sequedad va a dar milagroso fruto. Unos versos acuden : el comienzo de la " Sexta elegía", pero el impulso se quiebra de nuevo (...) Rilke da grandes paseos o se sume en la lectura. Lo acompaña las "Instrucciones" de Angela da Foligno, que cita repetidamente en sus cartas rondeñas. Lee el Quijote en traducción alemana, según escribe..."
José Ángel Valente (1929-2000)