Vuelta del hospital, almuerzo e intento huir con la imaginación, con los libros, con la música…
Descubro un cuento de Tennessee Williams.
" A la diez y media ella le ayuda a levantarse de la butaca o el sofá y van al dormitorio. Él se dobla para quitarse las zapatillas.
- No, Emiel, déjame a mí- susurra ella.
Las manos de ella son asombrosamente rápidas y ligeras, pero tienen un aspecto feo, las venas se le anudan como gusanos debajo de la piel de un rojo violáceo.
- ¡ Ya está, viejo gruñón- susurra ella.
Sus ojos le lanzan una mirada de broma desde debajo de la maraña de despeinado pelo gris y él vislumbra en ellos algo de un brillo efímero que es el fantasma de su juventud surgiendo con una rapidez tímida, furtiva, como si ese brillo fuera consciente, y se abochornase de ello, de su propia incongruencia, y luego revolotea fugazmente, como el trino de un pájaro que descansa maravillosamente en una rama helada, lanza una sola mirada de sobresalto a aquellos tiempos brillantes, glacialmente inhóspitos que los rodean, y luego regresa instantáneamente a esa sombría pero segura dimensión de la que ha surgido milagrosamente durante aquel único momento "
Tennessee Williams (1911-1983 )
( Foto de Costas Balafas )
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