miércoles, 3 de diciembre de 2008

LOS MISTERIOS.



Todos los días paso por un puesto de revistas y periódicos, en su "escaparate" cada vez hay más revistas con modelos de pechos insinuantes en su portada; curiosamente con un mote de "estos son mis poderes".

En la mundana corte pontificia de León X (1513-1521), Augustinus Niphus escribió un libro llamado "De pulchro et amore" ( De la belleza y el amor). En este libro, el autor desnudaba mentalmente a Juana de Aragón, describiendo todas las partes de su cuerpo, con detenimiento y entrega, e imaginaba sus pechos de tamaño medio, olorosos como una fruta madura. En aquellos tiempos había una clase de melocotón al que se conocía como "pecho de venus". Niphus, comparaba los pechos de Juana con una pera vuelta del revés, con la base presentando una arrebatadoras curvas, que iba menguando hasta formar unos pequeños conos en la punta.


En Venecia, como muy bien sabe mi sabio compadre rondeño, se veneraban los pechos como parte de una nueva libertad sexual, típica del Renacimiento. Las mujeres, de cualquier clase social, se volvieron muy osadas para mostrar sus cuerpos. Las prostitutas se dividían en dos clases, las corrientes y las llamadas "honestas cortesanas" que ademas de gozo sexual ofrecía conversación , bailes y variadas distracciones, pudiendo tener otros trabajos ajenos. Una de ellas era la famosa Verónica Franco, que participó en la vida intelectual de la época y que, además de en lechos y campos de plumas, llegó a publicar numerosos versos. Las meretrices podían pasear desnudas de cintura para arriba en el "Ponte delle Tette" (huelga la traducción).

Francia copió el ideal veneciano y hay un famoso poema de Clément Marot, llamado "El hermoso pecho"; que fue, en parte, responsable de la moda del "blasón", moda que recreaba poéticamente las partes del cuerpo femenino, ojos, nariz, cuello, muslos...


" Mi pequeña bola de marfil
en medio de la cual se sujeta
un fresón o una cereza.
(...)
Al verte a muchos les provoca
un fuerte deseo de poseerte
y probarte entre sus manos.
Pero es preciso contenerse
y no acercarse , ¡ aunque le pese!'
pues otro antojo le vendría.
(...)
Con derecho se dirá feliz
aquel que de leche te llene,
haciendo de un pecho de doncella
pecho de mujer completa y bella "

Y en esta época horteril, nada mejor que volver a los clásicos y recrearse con ese seno elevado al rango de misterio; que se hace poco a poco, con deleite, entrega, pasión llena y mucha delicadeza.

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