martes, 17 de junio de 2008

LA LINTERNA DEL ESPINO.





Almuerzo con compañeros; charlas, risas y observaciones. Siempre hay alguna mujer que se sabe observada y es incapaz de descubrir la verdadera razón. Algunas piensan que es atracción fatal, otras puro deleite. Y en este caso era sensación de fracaso; de un poder haber sido y en el acto de la mirada, descubrir que no es nada.



Seamus Heaney lo explica muy bien. Tengo en mis manos un poema suyo, maravillosamente traducido por Dídac Pujol.



" Quema fuera de temporada la invernal baya del espino,
fruto silvestre del arbusto y luz pequeña para gente pequeña,
sólo les pide que sepan conservar
la mecha de dignidad sin que se apague del todo
para no tenerlos que deslumbrar con iluminación.


Pero a veces, cuando tu aliento forma penachos de humo
en la escarcha, adopta la forma errante de Diógenes
que con su linterna busca un hombre justo;
de modo que acabas observado desde detrás de la baya
que sostiene con la ramita de espino a la altura de los ojos,
y retrocedes, acobardado, cuando ves la unión entre carne y hueso,
la espina de sangre que querrías que te probara y te absorbiera,
la madurez picoteada que te escruta y continúa buscando"


Seamus Heaney
¿Apetece Cher?

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