domingo, 1 de junio de 2008

JULIO CAMBA





De niño, en mi colegio, había dos monjas especiales, madre Paz y madre Pura, a mi me encantaba madre Paz, era dulce y olía a melocotón; no recuerdo nada más de ella. De madre Pura recuerdo algo más, era dura, distante y dominadora...


Leo a Julio Camba. Leer a Don Julio es volver al hotel Palace, volver a París o soñar con Berlín y Londres. Fue uno de los grandes periodistas en un tiempo con periódicos...


A Camba hay que leerlo con una buena copa, y con una buena digestión. Su libro " La casa de Lúculo" es muy bello, irónico y mordaz. Esta tarde, descubro un libro de artículos, editado por Austral-Summa. Y leo :


VIVIENDO A LA INGLESA

ENSERES PARA EL HOGAR

LOS PRODUCTOS FRANCESES


" Si yo quisiera casarme vendría a Londres a buscar los muebles y la mujer. Los muebles son sólidos, prácticos, confortables. Las mujeres son de perfecta comodidad. No tienen nervios ningunos. No sienten celos. No se apasionan por los amigos. Se las pone en un rincón y allí se quedan el tiempo que sea. Si se les habla, contestan. Comen muy poco. No padecen neuralgias. Son limpias y silenciosas. No hacen ruido. No ensucian la casa. Son muy fuertes y duran muchísimo. Son respetuosas de la ley que les impone la fidelidad. En fín, no a todo el mundo le es dado tener una mujer inglesa ni un mobiliario inglés.

Claro que yo no vendría a Inglaterra a buscar elegancia ni voluptuosidad. Si yo quisiera una cama voluptuosa y muelle, o una mujer deliciosa, yo me iría a surtir a París. Los muebles y las mujeres son en París más blandos, más tiernos, más agradables, más bonitos y tienen mejor presentación. A uno le da más gusto estar sentado en una silla francesa que en una inglesa, y quien habla de estar sentado en una silla, habla de estar acostado en una cama. Todo esto es cierto; pero los muebles franceses, como las mujeres francesas, carecen de solidez. Al poco tiempo, la silla cojea, y la mujer enferma de apendicitis. Una mujer francesa puede ser encantadora, pero no es práctica. Yo pondría muebles franceses en el vestíbulo para que los amigos los utilizaran unos minutos; pero no en la sala , ni en el despacho. Los muebles franceses y las mujeres francesas, están bien como cosa de adorno, de encanto pasajero, pero no como cosa estable.

Como cosa estable, las inglesas. Ustedes dirán que , en cambio, les falta ternura. Es que si fuesen tiernas, ya no serían sólidas, y yo no hablo de las mujeres inglesas para enamorarme de ellas, sino para casarme con ellas. Yo no considero razonable casarse por amor. Si el matrimonio se deriva del amor es, según la frase de lord Byron*como el vinagre se deriva del vino*. El amor se acaba generalmente , con el matrimonio.* Si Dante se hubiese casado con Beatriz-dice un personaje de Bernard Shaw-, no hubiera encontrado en ella más inspiración que en un plato de judías.* Cómprese usted un mueble bonito y frágil : al cabo de tres meses de uso ya no le resultará a usted bonito , sino frágil..."

"El mundo, 17 de diciembre de 1911"
Julio Camba(1882-1962)

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