Siempre he pensado que en sus ojos era bonito ahogarse. Me hablan de Ava y la mañana tiene color.
" Ava Gardner vio enseguida que, puestos a elegir entre taurinos y chismosos- la forma más cobarde de la envidia-, había que tomar partido por la plaza de toros. Ocurre muchas veces en España que quienes se espantan- acreditando sus razones- ante el sacrificio de un hermoso y valiente animal no vacilan ante el descabello más zafio de una mujer o de un hombre acorralados por la maledicencia de los vecinos. Pero Ava no pertenecía al mundo de los chismoso, porque era una gran mujer y una buena actriz. Y tenía más cultura de la que le atribuye la crónica rosa.
No creo que sus maridos y amantes- ni Mickey Rooney ni Howard Hughes ni Frank Sinatra, que compartía con ella la locura espontánea de vivir- llegasen a formar parte de su complicado mundo interior. Creo que fue Artie Shaw, el clarinetista, el único que se esforzó- demasiado, hasta el punto de que malogró su romance- por convertirla en una mujer con cultura y " esprit ".
Sus ojos, cuando estaban alegres, tenían una media verónica lenta y larga, como si hubiese aprendido el toreo con gitanos. Era difícil tomarle la distancia para que no te alcanzase el corazón "
Mauricio Wiesenthal.
( foto de autor desconocido )
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