Almuerzo con una compañera y amiga. En su mirada, brillo imborrable.
En casa, poemas.
" Mi padre me enseñó que las mujeres,
el alcohol y las babas del pecado
pueden cohabitar con el amor
de un hombre por su hijo. Y ese amor,
que brotaba del caos como un loto,
es más bello y más triste que unas ruinas
y una rosa y un barco en alta mar.
Quiérelo, Dios, como me quiso a mí "
Alfredo Félix-Díaz.
( Foto de Eva Besnyo )
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