Viernes y templanza. Horchata helada y música.
" Aquel día la radio a pilas tampoco funcionaba. Seguramente debido a las condiciones atmosféricas se veía impedida de informar sobre nuevas ciudades devastadas o sobre la naturaleza del amor, que, como es sabido, no necesita nada, sólo precisamente amor. Yo estaba con los brazos cruzados junto a la ventana, y en la atmósfera cargada del salón en penumbra percibí el sombrío silencio de mis compañeros, la furia que emanaba de las personas golpeadas por el destino, aunque los enmudeciera la impotencia. El destino, aquel vulgar destino navideño, ahora resultaba casi ridículo, pero no por ello dejada de ser húmedo, embarrado y aburrido. En ocasiones el destino se presenta de manera ridícula; eso lo intuíamos todos, casi rebozados en el mal humor de aquella circunstancia fangosa y caprichosa. Era una de aquellas situaciones en que la tripulación de un barco se amotina, y ni siquiera nos sorprendió nada de lo que sucedió después "
Sándor Márai ( 1900-1989 )
( Foto de Dorothea Lange )
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