viernes, 4 de septiembre de 2009

" EL PAÑUELO "


Nunca encontraron su maleta, se perdió en la nieve o se la llevó a su tumba en Portbou. No hizo caso a su gran amigo Gershom Scholem que le recomendó, con tiempo, que huyera de la incipiente Alemania nazi; después fue tarde. Walter Bejamin es siempre un regalo.

" Por qué se acaba el arte de contar historias es una pregunta que me he hecho siempre que, aburrido, me he dejado pasar largas horas de sobremesa con otros comensales; pero aquella tarde, de pie en la cubierta de paseo del Bellver, junto a la cámara del timón, creí encontrar la respuesta mientras con mis prismáticos repasaba todos los detalles del cuadro incomparable que ofrecía Barcelona desde el barco. El sol se ponía detrás de la ciudad y parecía licuarla. La vida parecía extinguirse en los espacios de tonos pálidos que separaban el follaje de los árboles , el cemento de los edificios y los roquedales de los montes lejanos (...) Pero el aburrimiento ya no tiene cabida en nuestro mundo. Han caído en desuso aquellas actividades secretas e íntimamente unidas a él. Ésta y no otra es la razón de que desaparezca el don de contar historias, porque mientras se escuchan, ya no se teje ni se hila, se rasca o se trenza. En una palabra, pues, para que florezcan las historias tiene que darse el orden, la subordinación y el trabajo. Narrar no es sólo un arte, es además un mérito, y en Oriente hasta un oficio. Acaba en sabiduría, como a menudo e inversamente la sabiduría nos llega bajo la forma del cuento..."

Walter Benjamin (1882-1940)

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