jueves, 12 de enero de 2012

" LOLA, ESPEJO OSCURO "


Recuerdo el libro " Lola, espejo oscuro ", en casa de mis padres, al lado de otros sobre la técnica del pirograbado y de batallas de la Segunda Guerra Mundial. Imágenes recurrentes, igual que la del retrato de la pared y el viejo reloj. Por lo que leo, mi padre lo compró en septiembre de 1968.

" Se puso tierno y algo más, pero yo me sentía tan generosa que llegué hasta a inclinar mi cabeza sobre su hombro, halago que no prodigo, la verdad. Pero en aquel anochecer tan bello, con las sierras encendidas en mil colores crepusculares sobre un cielo de limón y de naranja, yo conocía otra vez la bondad de la tierra, su ancha voz materna, sintiendo que tal ver el hombro de aquel tío sobón podría convertirse algún día en otra cosa, en algo sin nombre y sin rostro todavía, en algo nacido también de la verdad dura y auténtica de la tierra.

Fui así, soñando, todo el viaje, entre pitillo y pitillo, sin sentir siquiera las manos temblorosas del señor Pastor sobre mi carne. Pero cuando paramos el " haiga " junto a la estación de Ávila y me despedí del hombre, volví a mi realidad y me di cuenta de que, en aquel momento, el tren de mi vida se movía entre dos falsas estaciones. Allí, a mi lado, el señor Pastor, con su risa bobalicona y sus manos enormes, monstruosas, deformadas por mi repentino asco. Y, al otro extremo de la vía de aquel instante, el Espichao esperándome ya, con su amor insoportable, su maldita ternura y aquella odiosa capacidad para aguantarlo todo. Todo. Hasta el peso angustioso del rencor que yo sentía nacer otra vez en mí, bronco, revuelto en una marejada de espumarajos vivos, de esperanzas quebradas en los atajos ambiciosos de mi vida "

Darío Fernández-Flórez ( 1909-1977 )

( Foto de autor desconocido )

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