domingo, 31 de octubre de 2010

SANATORIO.


Entre los libros de tapa dura y tiempo remoto, aparece " La montaña mágica". Es regalo de cumpleaños envidiado, comprado en librería desaparecida y paseado por el Retiro. Tiene señalador modernista, dedicatoria primorosa con letra de colegio de monjas y firma clara. Lo leí allá por los años ochenta y llega con lluvia y resfriado.

" - La enfermedad es perfectamente humana-replicó inmediatamente Naphta-, pues ser hombre es estar enfermo. En efecto, el hombre es esencialmente un enfermo, y el hecho de que esté enfermo es precisamente lo que hace de él un hombre, y quien desee curarle, llevarle a hacer la paz con la naturaleza, "volver a la naturaleza" ( en realidad no ha sido nunca natural), todo lo que hoy se exhibe en materia de profetas regeneradores, vegetarianos, naturalistas y otros, toda la especie de Rousseau, por consiguiente, no busca otra cosa que dehumanizarle y aproximarle al animal. ¿ La humanidad, la nobleza? Lo que distingue al hombre de toda otra forma de vida orgánica es el espíritu, ese ser netamente despegado de la naturaleza y que se siente opuesto a ella. Es, pues, el espíritu de la enfermedad, de lo que depende la dignidad del hombre y su nobleza. " En una palabra, es tanto más hombre cuanto más enfermo está, y el genio de la enfermedad es más humano que el genio de la salud"... "

Thomas Mann (1875-1955)

( Foto de Harald Bager )

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