Se duerme mejor, cerca del mar uno no tiene pesadillas. Paseo largo por la playa, soledad sonora; varias extranjeras se bañan. Brisa y chiringuito.
" Siempre me ha costado un poco hablar y expresar lo que bulle en mi cerebro. Prefiero escribir. Escribiendo, tengo la sensación de que las palabras se vuelven dóciles, de que vienen a comer de mi mano como pajarillos y hago con ellas casi lo que quiero, mientras que cuando intento juntarlas en el aire se me escapan. Y la guerra no arregló las cosas. Me volvió aún más callado. Mientras estuve prisionero en el campo comprendí cómo se podían utilizar las palabras y lo que podía pedírseles. Además, antes leía libros , sobre todo de poesía. Fue el profesor Nösel quien me contagió esa afición en la época en que estudiaba en la capital, y la conservé como un tic agradable. Cuando salía a hacer uno de mis recorridos, nunca olvidaba llevar en el bolsillo un libro, y a menudo, mientras alrededor se alzaba el gran espectáculo de las montañas, la muralla de los bosques y el damero de los prados, mientras, encima de todas las cosas, el cielo parecía vigilar y contentarse con su infinito estiramiento, yo iba leyendo versos en voz alta, releyéndolos cuando sentía que me provocaban una especie de agradable bordoneo, como un eco de cosas confusas que llevaba en lo más profundo pero no conseguía expresar "
Philippe Claudel.
( Foto de Robert Capa )
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