lunes, 26 de noviembre de 2012

" QUIEN TIENE LA CULPA "


    Nadiezhda, esposa de Ósip Mandelstam. "Contra toda esperanza", memorias y verdad.

    " la primera pregunta que le hizo el juez de instrucción fue la siguiente : " ¿ Por qué cree que le han detenido ? ". Después de una respuesta evasiva, el juez le propuso que recordase las poesía que podían haber servido de motivo para el arresto. Mandelstam recitó sucesivamente " El lobo", " La vieja Crimea " y " La vivienda", confiando que se contentaría con eso : cualquiera de esas poesías sería suficiente para enviar a la cárcel a su autor. El juez instructor no conocía ni " La vieja Crimea" ni " La vivienda " , y las anotó inmediatamente. Mandelstam le recito " La vivienda " suprimiendo ocho versos y de esta forma apareció en la lista de Tarasénkov. A continuación el juez sacó de una carpeta una hoja, describió el poema dedicado a Stalin y leyó varias estrofas. Mandelstam reconoció ser el autor. El juez exigió que le recitara el poema. Después de escucharlo, observó que la primera estrofa de su copia era diferente y leyó su variante : " Vivimos sin sentir el país bajo nuestros pies, nuestras palabras no se oyen a diez pasos. Se oye tan sólo al montañés del Kremlin, asesino y devorador de mujiks ". Mandelstam le explicó que se trataba de la primera variante. El juez le hizo copiar de nuevo el poema y se guardó el autógrafo en su carpeta... "

           Nadiezhda Mandelstam ( 1899-1980 )

            ( Foto de Erich Hartmann )

Cancion otono by Piotr Ilich Chaikovski on Grooveshark

1 comentario:

it dijo...

Cuál es la herencia que nos dejan los grandes poetas? ¿las figuras expresivas? ¿las tramas líricas, a las que responde el alma del lector? ¿el encanto del discurso rítmico? ¿las rimas que hechizan? Un gran pintor nos deja a nosotros su imagen del mundo, o de un país o de un paisaje social o humano, con su clima especial, con sus relieves, con su atmósfera, con su visión de lo sagrado o de lo profano.

Algunos grandes abren mundos inmensamente espaciosos, sin límites... y ahí tienen su peligro. Ahí, mejor dicho, ven el peligro los que acotan la libertad.

Qué merito, el de los que escribieron sin barreras donde las barreras les cercaban.
Qué grandes!