Días en los que no puedo dejar de leer a Patrick Leigh Fermor. Las tardes se hacen cortas y lo que me cuenta brilla como si uno lo estuviera viviendo. Hay lecturas que son vitaminas.
" Iba yo considerando todas esta cuestiones mientras, anocheciendo ya, me las veía y me las deseaba para avanzar junto al talud de la vía de ferrocarril, cuando un zumbido en los raíles y un traqueteo cada vez más intenso me indicaron que se aproximaba un tren. El cilindro traquetean fue aumentando de tamaño y enseguida estaba pasando como un cohete a mi lado; las ventanillas, todas ellas iluminadas, formaban una serpiente de cuadriláteros brillantes, y la carrocería, que pasó ante mis ojos como una exhalación, llevaba pintadas las palabras : PARÍS-MUNICH-VIENNA-ZAGREB-BELGRADE-SOFIA-ISTAMBUL Y COMPAGNIE INTERNATIONALE DES WAGONS LITS. ¡ El Orient Express ! Las pantallas rosadas de las literas iluminaban con su luz suave el coche restaurante, el latón emitía destellos. Los pasajeros bajarían sus novelas y sus crucigramas al acercarse los camareros, con su uniforme de chaqueta marrón, con bandejas de aperitivos. Dije adió con la mano, pero había oscurecido demasiado para esperar respuesta. Me pregunté quiénes serían los pasajeros: ellos habían hecho en dos días el viaje que a mí me había llevado más de nueve meses, y en unas pocas horas estarían en Constantinopla… "
Patrick Leigh Fermor ( 1915-2011 )
( Foto de Krass Clement )
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