Hay libros que deben estar siempre a mano, libros en los que cada lectura tiene sabor distinto. Entre ellos, La Regenta.
" Álvaro, en cuanto vio a la Regenta en el salón, sintió lo que él llamaba la corazonada. Aquella cara, aquella palidez repentina, le dieron a entender que la noche era suya, que había llegado el momento de arriesgar algo.
Nunca había desistido de conquistar aquella plaza.
¡ No faltaba más ! Pero comprendiendo que mientras reinase en el corazón de Ana lo que el llamaba misticismo erótico- era tan grosero como todo esto al pensar-, no podía adelantar un paso, se había retirado, había levantado el campo hasta mejor ocasión. Además esperaba que la ausencia, la indiferencia fingida y la historia de sus amores con la ministra le prepararían el terreno… "
Leopoldo Alas, " Clarín " ( 1851-1901 )
( Foto de autor desconocido )
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