miércoles, 31 de agosto de 2011

DOÑA SIMONA.


Entre los correos que he recibido, me llama la atención el de una señora notaria que me dice que quiere empezar a leer " buenos libros ". En mis tiempos, don José Castán Tobeñas era lectura obligada, aunque tenía mejor prosa don Joaquín Garrigues-tuve en mis manos una primera edición de su derecho mercantil, en un castellano puro-. Stendhal, se levantaba con el código civil francés, el napoleónico, para depurar estilo. Le he recomendado libros eróticos y clásicos jocosos, que eso de notario es profesión demasiado seria y de mucha fe.

" Andaba yo por aquel verano haciéndome el melancólico, como enamorado de doña Simona, que aunque no la viera me contentaba con resoñar sus ojos azules, y bien la olía, suspirando, cuando el pañuelo bordado que me dejó por regalo llevaba a la nariz, y no me apetecían las fiestas, ni el San Bernabé de Quintás, que es tan sonado, ni Nuestra Señora de Meira, ni el San Bartolo de Belvís... Andaba, pues, solo y algo vagabundo, descuidado de trabajos, cuantimás que doña Ginebra iba en los baños calientes de Lugo, con Manueliña de doncella, y mi amo se pusiera a leer nuevos libros que le mandarab de Roma, y fue el mandadero un extranjero llamado Elimas, que parece que es entre los de su casta señal de gente maga llamarse así, desde un tal Elimas que riñó con San Pablo. No era cristiano ni tampoco probaba el tocino ni el vino, pero en cambio le gustaba el café, y fumaba continuo en una pipa larga muy trabajada. Mientras mi amo escogía los libros que iba a comprar... "

Álvaro Cunqueiro (1912-1981 )

( Foto de Alen McWeeney )



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