jueves, 12 de agosto de 2010

NORA.


Dado lo que lee la mayoría de la gente, debo ser extraño en mis recomendaciones literarias. Esta mañana he recibo un correo en el que, una antigua conocida, me pide libros para su quincena vacacional. Como es mujer de tierna prestancia y evocaciones peligrosas, he pensado en Nabokov. Después de dudar, le he recomendado tres libros, no sin antes advertirle que cualquier libro de este genio es ya garantia de entusiasmo permanente.

" Era un día de color azul humo y Londres, bajo el sol de agosto, tenía un aspecto especialmente encantador. El cielo, suave y risueño, se reflejaba en la superficie lisa del asfalto; el rojo brillante de los buzones refulgía en las esquinas de las calles; los automóviles centelleaban y rodaban con un leve zumbido a través del verde de Gobelinos del parque: toda la ciudad reverberaba y aspiraba el dulce calor y sólo bajo tierra, en los andenes del metro, podía hallarse una región de frescura.

Cada día del año es un regalo que se ofrece a un solo hombre: el más feliz de todos. Todas las demás personas utilizan el día de éste para disfrutar del sol o reprender a la lluvia sin llegar a saber nunca a quién pertenece en realidad ese día, y a su afortunado propietario le complace y divierte tal ignorancia. Una persona no puede saber de antemano qué día exactamente le va a tocar, qué nadería va a recordar siempre: las ondas que formaba el reflejo de la luz del sol sobre un muro al borde del agua o la caída en espiral de una hoja de arce; y sucede con frecuencia que reconoce su día solo de forma retrospectiva, mucho tiempo después de que haya arrancado, estrujado y echado debajo de su escritorio la hoja del calendario con la cifra olvidada "

Vladimir Nabokov (1899-1977)


1 comentario:

Ula dijo...

Como siempre, la foto fantástica, propia de verano, entre sol y sombra.
La gente, almirante, lee lo que lee, y siempre fue así, pero en la variedad, está la gracia, y usted es variado e instructivo en sus recomendaciones.
Además, está la música.
Un saludo