Fue un gran embajador de la corona; hombre culto, reservado y con ojo avizor en Cónclaves Vaticanos. Su aguda visión crítica y buen gusto lo proyectó en la literatura y en el arte. Este año se cumple aniversario de su muerte. Y me dice :
" Un silbido del pastor y una amenaza amorosa del cayado y de la honda pueden más que las piedras"
Diego de Saavedra Fajardo (1584-1648)
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