miércoles, 5 de noviembre de 2008

EL DIVINO.



Me tomo un oloroso seco con tapa y aparece, " El Divino", Francisco de Figueroa. Un ilustrado y hacendoso viajero, que además de poeta era gramático. Su epístola a Ambrosio de Morales, sobre cómo hablar y pronunciar el castellano, es ejemplo de muchas cosas nunca olvidadas.


Me gustan sus sonetos amorosos. ¿Hay amor sin sonetos? ¿Hay sonetos sin amor?


" Déjame en paz, Amor; ya te di el fruto
de mis mas verdes y floridos años
y mis ojos, ligeros a sus daños,
pagaron bien su desigual tributo.

No quiero agora, yo con rostro enjuto
sano y libre cantar mis desengaños,
ni por alegres y agradables paños
trocar tu triste y congojoso luto :

en llanto y en dolor preso y cargado
de tus antiguos hierros, la jornada
quiero acabar mi cansada vida.

Mas no me des, Amor, nuevo cuidado,
ni pienses que podrá nueva herida
romper la fe que nunca fue doblada "

Francisco de Figueroa (1536-1588)

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