sábado, 8 de noviembre de 2008

LA VIÑA DE NABOT.


Fue jefe de Santiago Carrillo, en la Comisaria de la Junta de Defensa de Madrid, en la Guerra Civil española. Era Licenciado en Derecho y en Filosofía. Se llamaba Segundo Serrano Poncela y murió en Caracas de profesor universitario.

Su libro "La viña de Nabot" es uno de los mejores libros sobre nuestra guerra y su nacimiento; un libro que deberían leer aquellos que balbucean ignorancias a pesar de cargos y prebendas jurídicas.

Serrano Poncela nunca explicó su actuación en aquellos tiempos, una actuación lamentable y con consecuencias trágicas.

" ... Con frecuencia abría el armario donde Tomás Dídimo guardaba sus libros. No eran muchos pero sí representativos del otro mundo, del mundo de las sulfataras : Baudelaire, Rimbaud, Dostoiesvski, Flaubert, Unamuno, Valle-Inclán, Machado. Y en lugar aparte los textos prohibidos : Max , Sorel, Nietzsche, este último en una edición de obras completas con tapa gris y papel áspero que olía a madera. Leyó de unos y otros, día tras día, con atención sobresaltada y voraz tratando de penetrar en secretos y peligros; hundirse en aquellas oscuras simas tan distintas de la otra luz que esclareció sus ignorancias : Santo Tomás, Chateubriand, Donoso Cortés. La inteligencia del ateo es apasionada y violenta- se dijo- por eso arrastra prosélitos. Conversaciones y controversias mantenidas en el Seminario, a punto de ordenarse, cuando el P. Guzmán convertido en advocatus diaboli polemizaba con elaboradas argucias teológicas sabiendo de antemano que el argumentador vence siempre al maniqueo. El P. Guzmán se refería a los incrédulos, víctimas del dolor normal que produce la incredulidad.- " ¿Qué clase de dolor , padre? " Y el sabio clérigo :-" El dolor de rechazar a Cristo como vínculo entre su Padre y los hombres." Diosdado meditaba, un momento : -"Así, padre, el ateo no pierde totalmente la fe?"-" Algo queda, siempre una chispa, un fuego fatuo y un día el fuego crece, se extiende y sube, llama azotada por el vendaval de la Gracia. Aunque no siempre sucede así..."

Segundo Serrano Poncela (1912-1976)

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