Es uno de mis amores más antiguos, cuando la leí me quedé absolutamente anonadado; era bella, muy brillante y sabía ser ella misma siempre. Su vida fue una lucha constante con avatares duros e impermeables, pero podía con todo.
Hace algunos meses escribí sobre ella; esta tarde releo "El concepto de amor en San Agustín" y me apetece decirle lo de siempre, nunca te olvido Hannah.
" Dicho de otro modo, el hecho definitorio del hombre como consciente, como ser que recuerda, es el nacimiento o " natalidad", o sea, el hecho de que hemos entrado al mundo por nacimiento. El hecho decisivo definitorio del hombre como ser desiderativo era la muerte o la mortalidad, el hecho de que dejaremos el mundo con la muerte. Temor a la muerte e inadecuacion a la vida son las fuentes del deseo. Gratitud por el don absoluto de la vida es, en cambio, la fuente del recuerdo, pues incluso en la desdicha se celebra la vida : " Ahora eres desdichado y aún así no quieres morir , no por otra razón que por querer vivir". Lo que últimamente aquieta el temor a la muerte no es la esperanza o el deseo, sino el recuerdo y la gratitud : " Da gracias por querer ser como eres, pues podrías ser librado de la existencia que no quieres. Pues tú quieres ser y no quieres ser desdichado". Esta voluntad de ser bajo cualquier circunstancia es señal distintiva de la religación del hombre a la fuente transmundana de su existencia. A diferencia del deseo del " bien supremo", tal religación no depende de una volución ; más bien caracteriza a la condición humana como tal "
Hannah Arendt (1906-1975)
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