Toda una tarde en la sala de espera del médico traumatólogo, da para mucho. Observación de los otros pacientes, lectura de revistas desmoralizantes, música paralizante y una señorita que parecía vestida para el cotillón de fin de año. Puro deleite vespertino. Menos mal que uno siempre lleva provisiones para tan ardua y peligrosa espera. Me acompañaban los sonetos de Camoens.
" Que el amor busque un nuevo arte, una nueva ciencia
Para matarme, y nuevos motivos de descorazonamiento.
No puede ya quitarme mi esperanza
Pues no podría quitarme lo que no tengo.
Ved de qué esperanzas vivo,
Ved cuán poco seguro estoy de mi amor
Y no temo ni cambios ni contrastes
En un mar furioso, en mi barco sin timón.
Pero aunque la tristeza pueda existir
Ahí donde falta la esperanza, donde el amor me esconde
Un mal que me mata y que nadie ve.
Pues ciertos días pone en mi alma
Un no sé qué, que viene de no sé dónde.
Llega sin saber cómo y me hace daño sin que sepa por qué "
Luis de Camoens (1524-1580)
2 comentarios:
Hola José María, me hiciste reir al leer tu introducción, por suerte llevaste provisiones para superar el momento.
Creo que pocas veces me sentí así sin rumbo ni esperanzas, son golpes muy fuertes y es cuando rápidamente debemos reaccionar y tomar el timón.
Cuidate, un beso
"Y no temo ni cambios ni contrastes
En un mar furioso, en mi barco sin timón."
Una provisión la tuya, en la que todas las personas en algún momento nos sentimos identificadas.
Como siempre, leer tus entradas, es no dejarme indiferente.
Un beso.
Carmen
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