domingo, 22 de marzo de 2009

" PUERTO CERRADO "


Esta tarde he visto una maravillosa puesta de sol, desde la ribera del Guadalquivir, de color mandarina intenso y con un redondel de plaza de toros. Llevaba un libro extraño, de un autor raro y con un fondo de tabernas, puertos y burdeles; leía y miraba ese sol para evadirme a lugares no soñados. James Hanley debió ser amigo de Conrad, pues sus vidas coincidieron y el mar fue siempre su batalla.

" Tendida de espaldas en la pequeña cama blanca, Madame Marius nunca se había sentido tan fresca y cómoda. Esperaba que su hija, que se encontraba en otra habitación , estuviera tan bien como ella. Se sentía más limpia. Era como si durante la noche , el cuerpo y la mente se hubieran despejado del ruido, de la confusión, de las voces ásperas de esa ciudad, del calor pegajoso; incluso el pero mestizo de Madame Touchard había dejado de ladrar . El desorden de otros tiempos había desaparecido. Observó la habitación en la que se acostaba. Vacía y limpia. Paredes desnudas de un azul muy pálido, una sola silla pintada de blanco, el suelo de madera fregado, una limpieza que se notaba en el aire. Ni espejo, ni cuadros, ni radio, ni cortinas, ni alfombra, ni mesa. Una vida simplificada. Ninguna tontería. Ni un reloj que tictaqueara. Se preguntó qué hora sería y al mirar por la ventana vio la luz reflejada. Sin embargo, la cama en la que estaba tendida le recordó la otra, las últimas horas que había pasado sobre sus protuberancias, y cerró los ojos con cierto disgusto, negándose a verla. Lo que no podía eludir, porque eran demasiado frescos y estaban rebosantes de vida, eran los recuerdos de ese día. Estos se negaban a abandonar su mente (...) El taxi, la estación, cada visión, cada sonido, cada olor moviéndose dentro de su orden, la pesadilla controlada, la persona que estaba a su lado, la locura de esa tarde... "

James Hanley (1901-1984)

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