Hay mañanas en las que los sueños se recuerdan con fidelidad y colores. Esta mañana, después del café, la lectura del periódico y el paseo lento, he recordado un texto de Borges de la "Historia universal de la infamia".
"... Luego dibujé un cuadro mágico en la mano derecha de Yakub y le pedí que la ahuecara y vertí un círculo de tinta en el medio. Le pregunté si percibía con claridad su reflejo en el círculo y respondió que sí. (...) Le pedí que nombrara la figura que deseaba mirar. Pensó y me dijo que un caballo salvaje, el más hermoso que pastara en los prados que bordean el desierto. Miró y vio el campo verde y tranquilo y después un caballo que se acercaba ágil como un leopardo, con una estrella blanca en la frente. (...) Así me fue exigiendo y le fui mostrado todas las apariencias del mundo. Ese hombre muerto que aborrezco tuvo en su mano cuanto los hombres muertos han visto y ven los que están vivos : las ciudades, climas, reinos en qie se divide al tierra. los tesoros ocultos en el centro, las naves que atraviesan el mar, los instrumentos de la guerra, de la música, de la cirugía, las graciosas mujeres, las estrellas fijas y los planetas (...), los ángeles de plata cuyo alimento es el elogio y la justificación del Señor, la distribución de los premios en las escuelas, las estatuas de pájaros y de reyes que hay en el corazón de las pirámides, la sombra proyectada por el toro que sostiene la tierra y por el pez que está debajo del toro, los desiertos de Dios el Misericordioso "
Jorge Luis Borges (1899-1986)
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