Antes de irme a sufrir al gimnasio, en el que llevo algunas semanas sin provecho, leo escritos de Antonio Martínez Sarrión, excelente poeta y memorialista.
" Una y otra vez proclamó Azorín que su secreto era la sencillez sintáctica : sujeto, verbo, predicado, complementos, sin introducción de hiperbatos, volutas, subordinadas, y kilométricas oraciones de relativo. Pero, he aquí la que me encuentro hoy en una muy gustosa relectura de " María Fontán", novela de 1944 : " (...) la estaba después dando un rato callados besos ". De modo que, de nuevo, es menester recitarse el conocido refrán : " Jamás digas de esta agua no beberé, ni este cura no es mi padre ".
" Casi cien años antes que samuel Beckett, la áspera lucidez de Flaubert respecto a su oficio de galeote de la pluma, y al encarar su última y más arriesgada empresa narrativa, le escribe a la princesa Matilde : " (...) continúo como antaño dando vueltas a las frases. Esto es tan inocente y tan útil como dar vueltas a unos servilleteros ".
" Aprendo que Elio Vittorini clasificaba a la literatura en dos campos : la " di consolazione" y la " di provocazione". Pocas caracterizaciones como éstas suscitan mi asentimiento. Acaso la única sea aquella de Pla que distinguía, en su entorno, entre "amics", " coneguts" y "saludats".
Antonio Martínez Sarrión.
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