viernes, 14 de junio de 2013
DIABLURAS.
Tenía olvidado a don Gonzalo Torrente Ballester, pícaro observador de almas femeninas.
" .... Aquella misma noche, o crepúsculo, más bien, en que Flaviarosa llevó al lecho a un Nicolás bastante remolón, cuando ya se habían fatigado de la novedad, llegó la hora de las confidencias, y ella le contó cómo, al poco tiempo de casada, y convencida ya de que Ascanio no pondría jamás en práctica los trámites que la llevasen al menos a los umbrales del placer, a esa zona indecisa y anhelante que vale a veces tanto como el placer mismo, empezó a inventar bromas con las que perturbar el orgasmo de Ascanio, o de retrasárselo cuando parecía inminente, y, así, daba un grito de horror diciendo que debajo de la cama había un hombre armado con un puñal, o dejaba apercibidos unos cuantos objetos en montón, que caían al mero tirón de una guita que flaviarosa manejaba, en el momento oportuno, y otras jugadas de este orden que ponían un poco de sorpresa y aventura en la prestación del débito, ya que no satisfacción; de manera que Ascanio, que la visitaba ordenadamente una noche sí y dos no, se acostaba temblando de la diablura que se le hubiera ocurrido a su traviesa, irresponsable esposa, quien cierta vez le dijo riendo, pero en serio : " Cuando me canse de ponerte los cuernos con mi mano, me buscaré a un hombre guapo." Y, al contarle esto, volvió a besar a Nicolás "
Gonzalo Torrente Ballester ( 1910-1999 )
( Foto de Vivian Maier )
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