martes, 18 de junio de 2013

CONSEJOS.

                 

                  Almohada de muchos tiempos. Segunda parte, capítulo XLIII.

      " Atentísimamente le escuchaba Sancho, y procuraba conservar en la memoria sus consejos, como quien pensaba guardarlos. Prosiguió, pues, Don Quijote, y dijo :
      - En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel excedente y añadidura, que se dejan de cortar, fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero; fuerte y extraordinario abuso.
     No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de la socarronería, como se juzgó en la de Julio César.
     Toma con discreción el pulso a lo que pudiera valer tu oficio, y si sufriere que des librea a tus criados, dásela honesta y provechosa, más que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres; quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y otros tres pobres, y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo; y este modo de dar librea no le alcanzan los vanagloriosos.
     No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería; anda despacio, habla con reposo; pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala.
     Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.
    Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra... "

       Miguel de Cervantes Saavedra ( 1547-1616 )

       ( Foto de Francesc Català Roca )

1 comentario:

Ula dijo...

"Come poco y cena más poco..."
Mi madre repetía esta sentencia constantemente porque a ella le gustaba. Yo comía y como poco, así que le daba la razón siempre y ella no podía rebatirla porque era su muletilla, jaja. Así, gracias a D. Quijote me salvaba de dejar el plato vacío.
Qué magia, ahora que se acerca en mis tierras la noche de S. Juan...

Saludos