sábado, 6 de marzo de 2010

ANA ROSA CAMP.


Cuando descubrí-en los años noventa-a Ana Rosa Camp, me quedé deslumbrado y supe que nunca la olvidaría. Esta madrugada, la he buscado.

" Viendo la hora y calculando que el doctor aún se retrasaría, la viuda de López Goitia subió a la alcoba para cambiarse. Ana Rosa Camp era entonces una mujer de cuarenta y tres años, que aparentaba diez menos, y de quien se decía, entre los que se vanagloriaban de haberla conocido, que su belleza a los dieciocho años, con ser tentadora como la fruta joven, no superaba al esplendor de sus treinta y tres. Era como los jardines que cobran sombras, volumen y densidad con el paso de las estaciones, y cuyo recorrido provoca placeres más profundos y sensatos que la violencia de la primera edad. Entre aquellos que añadían los diez años que la situaban en su edad real, Ana Rosa era el ejemplo de la mujer que ha hecho un pacto con el espejo, con el diablo y con ciertas cotizadísimas marcas de tratamiento corporal (...) Ana Rosa poseía una constitución que impedía el envejecimiento físico y transformaba el paso de los años en leves metamorfosis de su juventud original... "

Manuel de Lope.

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