Leo una antología de textos de la generación del 98; encuentro tesoros brillantes y sin una mota de polvo. Hay una búsqueda sin camino, sin brújula pero clara y constante. Azorín , en un articulo publicado en el periódico ABC, nos dice :
" La generación de 1898 ama los viejos pueblos y el paisaje; intenta resucitar a los poetas primitivos ( Berceo, Juan Ruiz, Santillana); rehabilita a Góngora; (...) siente entusiasmo por Larra y en su honor realiza una peregrinación al cementerio en que está enterrado y lee un discurso ante su tumba y en ella deposita ramos de violetas; se esfuerza, en fín, en acercarse a la realidad y en desarticular el idioma, en agudizarlo, en aportar a él viejas palabras, plásticas palabras, con objeto de aprisionar menuda y fuertemente esa realidad "
Coincido con ese gusto por cosas y almas; un gusto hecho de constancia estética y amor a la lumbre de los tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario