Desayuno en la soledad de un sitio escondido por la judería de Córdoba. Casi huele a azahar y el barullo de paseantes rompe la monotonía de lo que miro. Tengo un libro de Claudio Magris, una pequeña obra de teatro, adecuada para la ocasión. Se llama " La exposición" y detrás de la cristalera hay bambalinas...
" Tranquila, como siempre, sin alzar la voz, una dulzura infinita, la ternura de quien no tiene miedo, el corazón libre, abierto golfo de mar que se abre sereno a las olas y a los vientos. Sin el miedo , ese que sofoca y extingue también el amor como un trapo, hasta que la llama pura chisporrotea en un humo maloliente. Maria no tenia miedo de nada y cuando algo la hacía temblar, como en los últimos días, el amor era siempre más fuerte, el viento se levantaba y tendía las velas y ella corría al mar, leve sobre las olas...Yo te sacaré de esto. Discreta, como siempre, pero firme, inapelable, cuando decía así era así, nada que hacer..., y en realidad me sacó de aquello, ella, sólo ella. Enfermó poco después y yo..."
Claudio Magris.
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