" EL TIEMPO DE LAS CEREZAS "

Hay mujeres que saben recrear el alba, otras recrean la noche y la hacen llena. Leo a Blanca Riestra que me trae el tiempo de las cerezas.

" Juro que lo intenté. Me pinté los labios con todo el frenesí del que mi débil naturaleza es capaz, vestí todos mis gestos más misteriosos y una camisa que alguien había encontrado favorecedora hace años. Lo esperé con actitud de espera, intentando parecer turgente.

Cuando él llegó, traqueteando entre dos marabús, entre las gordas matronas congoleñas, entre las patrullas de chavales de "banlieue", le ofrecí mi sonrisa más dulce, ocultando los dientes como una geisha vieja (...)

A la una, borrachos, alegres, recordando viejos éxitos de La Mode, recorrimos las calles acompañando al camión de la basura. Bordeamos el Sena, nos sentamos en el Pont des Arts, en territorio enemigo, recordando a La Maga y a Roquemadour. Luego, bajo el puente, agitamos los pies en el agua compartiendo con algún otro mendigo ilustrado nuestra botella de Ricard. A los lejos, en el Pont Neuf, una puta deslenguada cantaba entre eructos una canción de Balavoine.

Él me habló de los campos de la Ribeira Sacra, donde los hombres mueren jóvenes de males misteriosos o emigran a América de donde nunca vuelven. Me habló de los afiladores, del ruido metafísico de los cuchillos contra el pedernal, de los paragüeros y de bar de su tía en la carretera de Ribadavia, que se llama La Vegas o Alabama. Me habló de las mujeres que se casan vestidas de negro y que pasean por las " leiras" cargadas de huérfanos o de bastardos.

Regresamos a Barbès al amanecer, cuando los niños se preparan para ir al colegio y las panaderías suben las rejas olorosas de cruasanes. Los pies me dolían como el corazón cansado de latir otra vez después de tanto tiempo. En el portal de mi casa nos besamos tibiamente durante un instante, yo le apreté la mano muy fuerte, él me sonrió.

- Hasta mañana- me dijo "

Blanca Riestra.