jueves, 3 de junio de 2010

TORCIENDO LA SENTENCIA EN MALICIA...


Necesitaba reirme y he pensado que nunca fallan los clásicos. Sé que Quevedo es buen compañero de chanza. Al azar, abro " La vida del buscón llamado don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños" y la tarde va pasando.

" Íbamos barajados hombres y mujeres , y una entre ellas, la bailarina, que también hacía las reinas y papeles graves en la comedia, me pareció estrenada sabandija. Acertó a estar su marido a mi lado, y yo, sin pensar a quien hablaba, llevado del deseo de amor y gozarla,

díjele :

- A esta mujer, ¿ por qué orden la podremos hablar para gastar con su merced unos veinte escudos, que me ha parecido bien por ser hermosa?

- No me lo está a mí el decirlo,que soy su marido-dijo el hombre-, ni tratar deso; pero sin pasión, que no me mueve ninguna, se puede gastar con ella cualquier dinero, porque tales carnes no tiene el suelo ni tal juguetoncica.

Y diciendo esto, saltó del carro y fuese al otro, según pareció, por darme lugar que la hablase.

Cayóme en gracia la respuesta del hombre, y eché de ver que éstos son de los que dijera algún bellaco que cumplen el preceto de San Pablo de tener mujeres como sin no las tuviesen, torciendo la sentencia en malicia... "

Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)


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