Félix Grande es buen catador de vinos y descubre un quejío al instante. Es poeta y sabe de la vida, algo que escasea en estos tiempos. Cuando descubrí " Las rubáiyátas de Horacio Martin", no dejé de recomendarlo. Anoche hablé de él y esta tarde, con el café, vuelve.
" Sombra, qué tardes llegas y te vas qué temprano.
Te has quedado en mis sillas, perfumando mi pieza.
Llovían mis propios años sobre mi pelo cano.
Discretamente heme revolcado en tristeza.
Sagrada es la inocencia con su olor a verano,
y con su olor a mundo sagrada es la belleza.
Vienen toros de nieve lamiéndome la mano;
y el Tiempo, en la ventana aplasta su cabeza.
Delicada catástrofe; desgracia taciturna.
La escasa fe maltrecha que queda se embadurna
en interrogaciones sin futuro ni afán.
Y me he quedado solo, sin sombra, mortecino,
rebuscando calor en mi aterido vino.
La vida nos engaña, las cosas se nos van "
Félix Grande.
1 comentario:
Sin duda alguna, este hombre hace honor a su apellido. Me encantó leerlo en "Memorias del Flamenco". Consiguió estremecerme con sus palabras y la historia del cante Flamenco.
Gracias José María por compartir este bello poema.
Un beso
Publicar un comentario