Ya casi en jornadas de turrones y exaltaciones culinarias, leo un texto de Josep Pla. Hace unos días recordé otros turrones, algunos desaparecidos.
" El postre de Navidad por excelencia fue, durante muchos años, el turrón de Agramunt. Más tarde los fabricantes de turrones del antiguo Reino de Valencia-Xixona, Alicante etc- invadieron el mercado barcelonés y sostuvieron una encarnizada lucha comercial para imponer sus productos. Hubo gran rivalidad . El turrón específicamente catalán- de nieve, de avellana, etc.- se vino abajo. El turronero de Agramunt llevaba una "barretina" morada; el valenciano se cubría con su gorrito pequeño y pintoresco, circunvalado. Todos los turrones eran buenos, o al menos, hace sesenta años, a mí me lo parecían. Los turrones duros exigían una dentadura de caballo. En fin, cuando llegaba Navidad, la ciudadanía comía mucho, seguramente demasiado. Era un error, pero la vida era así y no había otra. Si una cosa tan agradablemente normal como el comer ha de producir alguna molestia, el punto de vista es equivocado.
Después del sentimentalismo de Navidad, los parientes seguían reñidos durante todo el año, naturalmente"
Josep Pla (1897-1981)
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