En minutos salgo de casa para llevar a mi hija al oculista. Es una oculista de consulta llena y lenta; me llevo a Shakespeare para arrimar la espera.
" ¿ Qué es la bebida? " Responde el portero :
" ¡ Pardiez!, señor; enrojecimiento de nariz, modorra y orina. En cuanto a los apetitos amorosos, los provoca y los desprovoca, provoca el deseo, pero impide la ejecución. Por eso el mucho beber puede decirse que es jesuitismo de los apetitos amorosos. Los crea y los destruye, los excita y los paraliza, los persuade y los desanima, los endereza y los arruga "
William Shakespeare (1564-1616)
1 comentario:
¿Y qué hacemos con todo eso?
¿Por qué tenemoos esa necesidad de provocarlos cuando sabemos que a la vez los desprovoca?
¡Qué dificil es todo!
Saludos, amigo.
Publicar un comentario