Parece que a la condesa de Pardo Bazán le gustaba la fabada asturiana. A mi me encanta y deseo que lleguen los fríos para acompañarla con buen vino y siesta.
La receta que traigo es original de tan ilustre escritora. De su puño y letra.
" Les fabes han de ser blancas , de las llamadas de manteca, y han de estar en remojo ocho o diez horas. Pasado este tiempo, se ponen a cocer en agua sin sal, pues la sal las atiesaría y basta con la del tocín. Así que empiezan a entremezclarse, se les añade el tocín y la morciella. El tocino ha de ser entrevenado y la morcilla, picante o cebollera, pero de sangre. Del grado de cocción sólo puede juzgar la guisandera. Como sucede con los platos en que entran despojos de cerdo y vegetales, el secreto está en curtir muy bien los vegetales con las grasas. Más vale que les fabes se deshagan que encontrarlas duras. El codillo de cerdo, un buen trozo de jamón, unos chorizos, lejos de adulterar la fabada, la mejoran. Y todos saben que el asturiano, si fuese rey, comería morciella con fabes "
Emilia Pardo Bazán (1851-1921)
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