En mi vida, he tenido la mala suerte de conocer a personas zafias que llevan con lapa sus desméritos. Suelen ser, además, envidiosos. Hay un estupendo libro de don Carlos Castilla del Pino, " Teoría de los sentimientos ", en el que encuentro un vivo retrato de ellos.
" El envidioso es suspicaz, desconfiado. En cualquier momento su actitud vigilante en la ocultación de su envidia puede cesar o decaer, o puede delatarse por haber llegado demasiado lejos o demasiado torpemente en la demolición crítica y en la difamación. Tarde o temprano, directa o sesgadamente, el envidioso se descubre como tal y se le descalifica psicológica y moralmente. Esta actitud de acecho en los demás, y de vigilancia y control de sí mismo para evitar ser descubierto, convierte al envidioso en un sujeto receloso y suspicaz. Cualquier palabra o gesto puede ser una alusión a su carácter envidioso. Por otra parte, ¿ no sabe ya de su índole de envidioso en la medida en que cada vez está más privado de relaciones, cada vez son más los que desconfían de él ? La suspicacia, en forma de hipersensibilización narcisista, es una de las consecuencias más graves de la envidia"
Carlos Castilla del Pino (1922-2009 )
( Foto de Robert Doisneau )
1 comentario:
No tienen paz al estar tan preocupados por mirar al otro que no se dan la oportunidad de superarse de lo que adolecen.
Que triste vida llevan y proyectan hacia los demás, es desgastante eso.
Un abrazo
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