Después de salir del Museo Arqueológico me he quedado un rato en la plaza de Jerónimo Páez; una plaza y un museo importantes en mi vida. Me acompañaba un viejo libro de encantamientos.
" Cuando, llena de su embriaguez, se durmió, y se durmieron los ojos de la ronda, me acerqué a ella timidamente, como el amigo que busca el contacto furtivo con disimulo.
Me arrastré hacia ella insensiblemente como el sueño; me elevé hacia ella dulcemente como el aliento.
Besé el blanco brillante de su cuello; apuré el rojo vivo de su boca.
Y pasé con ella mi noche deliciosamente, hasta que sonrieron las tinieblas, mostrando los blancos dientes de la aurora "
Ben Suhayd de Córdoba (992-1034)
1 comentario:
Muy sensual y un gozo leerlo.
Un saludo
Marisa
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