domingo, 25 de noviembre de 2012

ARCHIVO DE PALACIO.


      Almuerzo soleado, casi primaveral. Buen vino de Rueda y sobremesa larga acompañado de un licor macerado con mimo. Hay mujeres a las que uno conoce y ama, a pesar de su ausencia física, de su distancia imperdonable.

    Me hablan, otra vez, de Anna.

    " El generoso verde de los árboles y los arbustos disimula la decadencia del pequeño jardín y de las cuatro paredes que lo encierran. Tres ancianas están sentadas en un banco; una hace punto, otra sostiene un libro en la mano, la tercera habla sin parar. Todo pertenece al reino del pasado : los árboles centenarios y los muros descanterados de la Casa del Fontanka, de ese palacio Sheremétev, nombre de uno de los fundadores de San Petersburgo, y las tres ancianas, las tres parcas mitológicas que, inexorablemente, hilan, devanan y cortan el hilo de la vida mientras intentan, inútilmente, leerla y contarla. Ese cuadro, esa imagen resulta ser un especie de símbolo de lo que es San Petersburgo : la belleza que logró su perfección clásica es hoy decadencia que añora la vida que fue. Y es también todo un símbolo de lo que era la vida de una de las humildes habitantes de ese palacio : Anna Ajmátova, poeta brillante, mujer bella, anhelada, elegante a la que el reino de Stalin destruyó moral y físicamente. Como a su ciudad. Como a ese jardín "

            Monika Zgustova.

            ( Foto de Bruce Webber )

Tchaikovsky: Quartet No.1, D Maj. Op.11: Andante by Tchaikovsky on Grooveshark

6 comentarios:

Ula dijo...

Visité la ciudad el último año que se llamó Leningrado y quedé maravillada: sus puentes, numerosísimos puentes sobre el Neva, algunos, como el puente de Palacio, el de Pedro el Grande, el de Hermitage, el de Los Cantantes...
Fui en Noviembre, coincidiendo con el último aniversario de La Revolución celebrada a gran escala. Se podía ver por las calles, además de innumerables militares, a gentes de todas las razas posibles, era alucinante.
Luego todo cambió, parece que a mejor, no sé, no he vuelto a ir.
Una hermosa ciudad llena de canales, puentes, edificios y jardines muy hermosos.
Tumba de Dostoevsky...

Saludos

it dijo...

El alma de las poetas rusas es insondable...
La de Ajmátova todavía es aprehensible pero la de Tsvetaeva....

No puedo separarlas, Jose María. No puedo leer a una sin recordar lo de la otra, y a la inversa.


Entrar en el mundo de la Tsvetaeva no es fácil, ni siquiera a través de sus versos tempranos. Su poesía no concede respiro alguno, su escritura no admite presuposiciones, ante un objeto artístico basado siempre en la realidad, pero que no deja en pie ni la más mínima creencia en la aceptabilidad de este mundo. Su ruptura, tanto por su visión como por su estilo, es algo único en la poesía rusa hasta hoy. Hay quien considera a Ajmátova y a Tsvetaeva como unas poetas más de Europa que de Rusia, pero lo que cualquiera puede leer en sus versos es el carácter ruso, generoso, poco reservado, infinito.
Los rasgos de este carácter determinan el aspecto psicológico de la heroína de la poesía de Tsvetaeva, con sus rachas impetuosas, lo extremos de sus vuelos y sus fracasos, la agudeza de cada sufrimiento, el desinterés y la imprudencia, la abertura cordial y la vulnerabilidad. 
Uno de sus innumerables temas fue la sexualidad femenina y la tensión entre las emociones privadas de las mujeres y sus roles públicos. Ya había publicado sus primeros poemas cuando se casó, en 1912, con Sergei Efrón, con quien tuvo tres hijos, dos niñas y un varón. Después de la Revolución aguantó cinco años de hambre en un Moscú brutal y violento, durante este tiempo su propia hija murió de hambre. En 1922, se exilia en Alemania, junto a su marido que durante la guerra lucho por el ejercito blanco. Vive en esos años de exilio entre Berlin y París y entre el rechazo de de rusos blancos y rusos revolucionarios. En 1939 vuelve a la URSS. Su hermana Anastasia está en un campo de trabajo, su marido y su hija viven bajo vigilancia cerca de Moscú, dos meses más tarde serán detenidos. Marina vive de traducciones y del apoyo de algunos amigos como Anna Ajmatova y Boris Pasternak. En 1941 en plena invasión nazi y después de que su marido fuera fusilado y su hijo enviado a trabajar en un campo de minas, Marina Tsvetaeva es evacuada a Yelabuga, donde el 31 de agosto se suicida ahorcándose. 
En un reciente artículo de The New York Review of Books, a raíz de la edición de sus diarios, el escritor Charles Simic menciona un detalle recogido por V. Schweitzer. Al trasladarla a la morgue, el sepulturero encontró en la ropa de Marina un cuadernito de dos centímetros, con un minúsculo lápiz atado. El hombre guardó su hallazgo por 40 años, hasta que el día de su propia muerte encargó que se lo hicieran llegar a sus descendientes. En las diminutas páginas, una única palabra manuscrita: "Mordovia", el sitio del campo al que había sido enviada su hija.
Marina Tsvetaeva / М.Цветаева 
agosto 1916 / августа 1916 
a O. M.
"Te reconquistare"
Te reconquistaré cerca de todas las tierras, cerca de todos los cielos 
porque me es cuna el bosque, y el bosque sepultura, 
porque en la tierra estoy, con un pie sólo, uno, 
porque voy a cantarte como no canto a ninguno.
Te reconquistaré de todo tiempo y de toda espada, 
de toda noche y de toda bandera dorada, 
arrojaré las llaves y los mastines del umbral, 
pues perro fiel soy yo en la noche terrenal.
Te reconquistaré de todos los demás, de la otra, de la una 
no seré yo esposa de ninguno, ni serás tu esposo de ninguna, 
y en la última lucha te sacaré, no reproches, calla!, 
del que en la noche estuvo con Jacob en la batalla.
Pero hasta que en tu pecho los dedos cruzar pueda 
- oh maldito seas tú!- en ti mismo te quedas, 
tus dos alas dirigidas al espacio profundo, 
pues el mundo es tu cuna y tu sepulcro el mundo.

it dijo...

Perdona mi comentario anterior....... Oh, Cielos!!!
(glups!)

José María. dijo...



Encantamientos...
Ajmátova y Tsvetaeva, son la pura esencia del ser poético. Hay que leerlas con imágenes, recuerdos o anhelos. ¿ Un amor perdido ? ¿ Un paisaje desgajado? ¿ El olor de la infancia recuperado ?

it, tu comentario engrandece el blog y emociona.

Gracias.

Un beso.

José María.

José María. dijo...



Se me olvidaba, "Los archivos de palacio ", siempre sin llaves, a veces llegan manos soñadas...

José María García-Vellido.

it dijo...

Ja, ja, jaaa... gracias por tu paciencia, Jose María. Te he dejado, en justísisisisisima compensación otra "inundación verborréica" (así soy yo, excesiva), en el post donde dejaste una preciosa poesía de Tsvietaieva... esta vez de Ana. Creo que te gustará.

Un beso,

it