lunes, 4 de junio de 2012

" INSTITUTIO ORATORIA "


   No suelo recordar mis tiempos de alumno en un colegio salesiano, tres años horrorosos en los que descubrí lo que no debía ser la enseñanza. No conocían a Quintiliano.

   " Adopte pues, ante todo, la condición de verdadero padre respecto a sus alumnos, y que se considere como el representante de quienes le confían sus hijos. Que no tenga vicios, ni los tolere. Que su seriedad no sea amenazadora, ni su afabilidad relajada, de forma que ni una cosa genere antipatía ni la otra desdén. Deberá hablar con frecuencia de la honestidad y del bien : cuantos más consejos haya dado, menos castigos se verá obligado a imponer. Que nunca se muestre irascible, pero tampoco cierre los ojos ante las faltas sin corregirlas. Ha de ser sencillo enseñando, resistente y constante en el trabajo, pero no desmedido. Que responda de buen grado a los que preguntan, y a su vez interrogue a los que se callen. Cuando alabe las exposiciones de sus alumnos, que no sea ni mezquino ni pródigo, pues una cosa genera el desaliento en el trabajo, la otra la altanería. No deberá mostrarse cruel o de ningún modo ofensivo al corregir errores, pues en realidad lo que aparta del estudio a muchos alumnos es que el maestro los corrija como si los odiara. Él mismo debe cada día hablar una vez o, mejor aún, varias veces, para que sus oyentes  se lleven consigo sus palabras; sin duda la lectura suministra bastantes ejemplos a imitar, pero la palabra viva es, como suele decirse, un alimento más nutritivo, sobre todo cuando es la de un maestro por el que sus alumnos, si están bien formados, sienten afecto y respeto. Es difícil expresar cuánto más gustosamente estamos dispuesto a imitar a quienes respetamos "

                Marco Fabio Quintiliano ( 39-95 )

                ( Foto de William Vandivert )

3 comentarios:

Ula dijo...

Tengo que seguir dando clases todo el verano con lo que estas reflexiones me van a ayudar mucho. Durillo el tema de cumplirlas todas pero... "poco a poco hilaba la vieja el copo".
Muchas gracias

Saludos

Anónimo dijo...

Maravilloso decálogo. En mi vida académica he tenido la suerte de tener un extraordinario maestro que, con el pasar de los años, además se convirtió en uno de mis mejores y más queridos amigos, D. Luís Humberto Clavería Gosálbez, catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Sevilla.

El Dómine Cabra dijo...

La teoría es excelente, pero supongo que Quintiliano matizaría sus presupuestos si hoy trabajase en un instituto. Hoy día hay enseñantes que bastante logran si salvan el pellejo ante unos educandos indolentes pero violentos.
Al almirante le fue mal con los salesianos y a mí muy bien con los marianistas. Aunque, en general, la educación estaba viciada, hubo de todo, también ejemplos de abnegación y buenavoluntad.
Quienes fueron maltratados y recibieron una educación represora y autoritaria lo eran por profesores que eran a su vez víctimas de un sistema de creencias y de autoridad.
Umbral decía que cuando el fraile le pegaba, era otro el que le pegaba.