Cada día me gustan más los libros de José Jiménez Lozano. El cuento que leo esta tarde me lleva lejos; siempre me apasionaron las viejas estaciones ferroviarias y los largos viajes en tren.
" Le dijo el revisor del tren :
- O me paga hasta su destino más el suplemento, o se baja usted en la próxima estación.
Y el hombrecillo malvestido, que estaba segando en el pueblo donde se había montado en el tren, se registró todos sus bolsillos, contó el dinero y respondió :
- No me alcanza.
- Pues se baja usted- insistió el revisor.
- Sí, señor.
Bajó del tren muy deprisa, y se alejó rápidamente de la estación por un camino de rastrojos. Anduvo toda la mañana y casi toda la tarde y , al anochecer, llegó al pueblo desde donde le habían avisado de que su madre estaba muriéndose. Y ya había muerto hacía dos horas, le dijeron cuando entró en su casa.
En el velatorio, esa noche, y luego, poco antes del entierro, dijo a los que le acompañaban :
- Se oye el tren.
- Sí- dijeron los otros.
Y , al otro día, se volvió al pueblo donde estaba segando pero a pie, aunque tenía ya dinero para ir en el tren. Cogió un ramillete de amapolas y margaritas, como el que le hacía su madre cuando era niño y, luego, a trechos, se paraba un poco, como cuando ella decía que la esperase, que no corriese tanto.
José Jiménez Lozano.
1 comentario:
Vaya evocación: el tren.
Mi afición literaria empezó en el tren cuando de pequeña iba del pueblo a la ciudad a estudiar. Horas y horas para cortos trayectos que no son superables por el AVE y esas altas tecnologias.
"Long train raining"
"That´s life"
Un saludo
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