A finales de los años sesenta, Álvaro Cunqueiro reunió algunas noticias sobre bestias marinas dejando fuera a las sirenas porque "son música, miradas de ojos verdes, sueños cálidos de gengibre y de canela en el corazón del hombre mozo, y aunque al fin asesinas de amargo cabello, no oso incluirlas entre el "kraken" de poderosas patas y el terrible y enorme Leviatán" .
Esta tarde, Cunqueiro me habla de las lemuria.
" Aquí nos referiremos exclusivamente a las lemuria improba semestrales, animales marinos en forma de anguila, nacidas de la masturbación de romanos adultos, imaginando coito con fémina difunta. Las lemuria se dirigían rápidamente hacia el curso de agua más cercano, que las llevaba al mar. En ciertas circunstancias, un cuervo las ayudaba, llevándolas en el pico, a buscar la corriente más favorable. Ya en el mar navegaban hacia Levante, no teniendo de vida más que seis meses. En la magia siriaca tenebrosa, los huesecillos de la cabeza de las lemuria eran utilizados para provocar sueños tentadores, en los que aparecían hermosas mujeres. Por ejemplo, las que le fueron ofrecidas, en el desierto, a San Antonio Abad. Es creencia general que, en los breves seis meses de su vida, las lemuria llegaban a dominar la lengua griega. En el Bósforo atacaban a los bañistas bizantinos, castrándolos con sus afilados dientes. Modernamente, unos marineros de una nave veneciana que echaron una red en la costa chipriota, pescaron una de estas lemuria, la cual habló con el capitán que era de Famagusta, y dijo ella que se llamaba Desdémona. ¿Quién, pasados cien años de su muerte, habría recordado lujurioso la sombra de la hermosísima veneciana tan bestial y carnalmente?
Álvaro Cunqueiro (1911-1981)
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