Fin de semana con Pla y Cunqueiro. En su compañía se mira el mundo de otra manera, con ojos más profundos y ánimo grato.
"... En las ciudades toscanas siempre se habló mal de las venecianas, y quizá la maledicencia aumentaba el odio político a la Serenísima República, y entre otras cosas se decía de ellas que, teniendo como vergüenza de su cuerpo, andaban vestidas con excesos de prendas, cinturones, fajas, lazos y rellenos, que fingían redondeces y abundancias donde no las había. Y que mientras una florentina con soltar una cinta quedaba desnuda, el blanco cuerpo entero y vivo a la luz del mediodía- en Florencia se fornicó mucho después de las doce de la mañana, y dejando entrar un rayo de sol en la habitación-, una veneciana necesitaba media hora para estar en condiciones de ser abrazada y acariciada... Lo de soltar una cinta y aparecer desnudas de las florentinas, yo lo había tomado al pie de la letra, en mis años adolescentes, cuando leía de esto en una nota de César Cantú. Y la verdad es que servidor quería tener una amante así, que avanzaba por la orilla del Arno y entraba, precediéndome, en un campo florido, y yo, osado, tiraba del cabo de la cinta y la dejaba desnuda en la hierba verde, entre las calandrias y los mirlos, pisando margaritas, asombrando su blancura a los lirios. Ella, desnuda, esperándome, mientras yo tenía que desatar trabajosamente los cordones de mis zapatos "
Álvaro Cunqueiro (1911-1981)
( Foto de Laurent Robillard )
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