Mientras desayunaba, he ojeado " Mucho ruido y pocas nueces", obra de Shakespeare que me encantó cuando la vi en el cine. Como el lugar estaba solitario, me he demorado hasta el aperitivo.
" Leonato : Te ruego que detengas tu consejo, que cae tan inútilmente en mis oídos como agua en un cedazo. No me des consejo, ni alivie mi oído ningún consuelo a no ser que provenga de alguien cuyas desgracias se equiparen a las mías (...) Los hombres pueden dar consejos y hablar en alivio de las penas que no sienten en ellos, pero al probarlas su consejo se torna pasión, habiendo dado antes preceptos médicos a la rabia, encadenado la locura extrema con un hilo de seda, encantado el dolor con aire, la agonía con palabras. No, no, todos los hombres son aptos para hablar de paciencia a los que se encogen bajo la carga del dolor, pero ninguno tiene virtud ni fuerza para conservar la moral cuando ha de soportar él mismo algo semejante. Por tanto no me des consejo. Mis penas gritan más que las recomendaciones "
William Shakespeare (1564-1616)
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Y un contemporáneo suyo, Don Quijote, le dice a Sancho, a propósito de los consejos:
“Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.”
Un saludo
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