Rato con Azorín; siempre se descubre el mimo por el idioma, la delicadeza y el tacto permanente con un aire furtivo de la vida.
" Caminante que ha llegado a la casa a media tarde. Desea comer un bocado. En la ancha cocina de campana la mesita de pino; baja; con las patas divergentes. En el hogar, entre las brasas, dos o tres pimientos secos, chiquitos, redondos. Han sido secados al sol el pasado verano. Con los pimientos un trozo de bacalao; el bacalao, despizcado, como los pimientos.
Todo en una fuente de loza tosca, con aceite y vinagre. El vinagre fragante, intensamente oloroso; vinagre puro, cosa rara en las ciudades; vinagre que es más preciado que el mejor vino: la fragancia del vinagre que trasciende a todo el ámbito de la cocina. Con unas gotas de este maravilloso vinagre en un vaso de agua fresca se apaga la sed para mucho tiempo, y si estuviéramos un poquito febriles, desaparecería al punto la calentura. El aceite de España: el calumniado aceite; dorado y claro. Concierto de sensaciones en este plato esencialmente monovero; sensaciones del gusto, del olfato, de la vista. El sabor penetrante de los diversos componentes; el perfume intenso del vinagre; la coloración, en la loza blanca, del rojo, el morado, el amarillo (...) Si el comensal es amigo del vino un chisguete de aloque de las viñas de Elda..."
Azorín (1873-1967)
(Foto de Alberto Piovano)
1 comentario:
Traer a Azorín, es garantía de delicadeza y buen lenguaje. No me gusta demasiado pero estoy muy ligada a él porque dos profesores dijeron que mis ejercicios de redacción tenían su estilo, aunque aún no lo había leído, y porque vivo muy cerca de su pueblo natal y te envuelve aunque no quieras.
No creí que fuera tan gracioso hasta leer este texto que usted pone, almirante, acerca del vinagre, jajaja.
Buenisimo.
Un saludo
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