viernes, 23 de enero de 2009

" MISS GIACOMINI "


Se publicó en los años treinta en una revista y en la posguerra española ya en libro, es una novela absolutamente excepcional y rara; no logro entender qué se hizo para que pasara la censura en una España gris, pacata y de sacristías. Miguel Villalonga, hermano de Lorenzo, era un militar que se retiró pronto a Palma de Mallorca, solterón y algo misántropo. "Miss Giacomini" es una novela que busqué años y años, hasta que la encontré en una editorial de nombre "Viamonte"; el prólogo de José Carlos Llop no tiene desperdicio y esta tarde hay recuerdos de tiempos...

" Sólo una tarde, y aún a escondidas de su familia, pudo este muchacho presenciar, desde el paraíso, la actuación de miss Giacomini. Durante estos días, la pasión reprimida del adolescente se ha desatado en versos y cartas de amor a la funámbula. ¡ Cómo ha envidiado a los gomosos que la rodeaban!. El pobre muchacho imagina que la suprema felicidad del doctor Solís o del vizconde del Olmedo consistía en visitar a la artista en su camerino. Ignora que, en estos momentos, los incondicionales de miss Giacomini sufren, con mayor intensidad que él, las tristezas de unos recuerdos cimentados sobre algo más real que los ensueños y fantasías de su juvenil imaginación. El tiempo y la experiencia ya se cuidarán de enseñarle que la proximidad-y aún la posesión- del ser amado conducen fatalmente a la sed insaciable y a la dolorosa inquietud características de todos los amadores. Al presente, cree de buena fe este muchacho que sólo con estrechar la mano de miss Giacomini y obtener una mirada de sus ojos, hubiera él podido gozar de una felicidad sin límites. ¡Ay! Ignora también el joven amador que miss Giacomini, acosada por la turba de sus admiradores, pródigos en ofertas
-gomosos, viejos verdes, ricachones, locos de atar-, quizá le hubiera preferido a él, niño ingenuo de mejillas sonrosadas que nada podía ofrecer. Porque el tesoro de la juventud se desconoce mientras se posee, y únicamente al perderse es cuando adquiere su máxima valoración ante la mirada atónira de quien acaba de derrocharlo inconscientemente "

Miguel Villalonga (1899-1946)

No hay comentarios: