El segundo conde de Chesterfield, Philip Stanhope, caminó durante cuatro días por el St James Park con una dama, nunca supo quién era ella pero de ella se enamoró.
" Señora,
Si bien nunca creí que fuera posible ( al menos en mi caso) enamorarse de alguien a quien no se ha visto el rostro o que no se sabe quién es, vos sola me habéis convencido de mi error. Con las perfecciones de vuestra figura, la belleza de vuestro cuello, la delicadeza de vuestras manos, los encantos de una voz admirable, la amabilidad de vuestro trato y la gracia que asiste todos vuestros movimientos, habéis cautivado mis sentidos a tal punto que me es forzado reconocer vuestra victoria y admitir que jamás conocí otro tan absoluto conquistador, pues mi imaginación os representa como una deidad a la que la humanidad debería rendir culto. Pero ¿ por qué ( si vuestro rostro se corresponde con el resto, cosa que no me atrevo a dudar) evitáis que sea visto y le impedís al rey, al duque y a toda la corte, conocer a quien tanto admiran? ¿ O cómo pude ser yo honrado durante cuatro noches con vuestra compañía, que al parecer negáis a todos los demás hombres, y al tiempo me exigís que nunca sepa quién sois, lo cual es, en efecto, robarle el corazón a un hombre y no permitirle nunca saber quién lo tiene? Verdaderamente, es esta una nueva forma de crueldad nunca antes conocida en vuestro sexo; e invención tan maliciosa tiene que proceder de una persona muy peligrosa, pero nada de eso puede alejarme de ser, mi querida Quién Sabe
Vuestro más apasionado y obediente servidor "
Lord Chesterfield (1633-1713)
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