La noche es un dulcísimo paisaje
que, luz a luz, elevan nuestras almas.
Paisaje del aroma silencioso,
de la errabunda música infinita;
de la estrella más fiel por las tinieblas
pavorosas y el hielo de la sangre.
La flor , intacta allí, suma y perfecta,
como un olor tranquilo que nos guía ;
la pradera , reflejo de ese cielo
de margaritas hondas y perennes...
La noche es el paisaje que soñamos
-que soñamos, ay, nuestro- por abismo,
nostalgia, libertad. Ese paisaje,
de ilimitada altura, que elevamos
en la emoción más viva del recuerdo.
Pedro Pérez-Clotet (1902-1966)
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